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Ricardo Quiñónez inmerso en descontento y conflictos que amenazan su liderazgo en la Municipalidad de Guatemala

La dinastía Arzú, que ha gobernado la Municipalidad de Guatemala durante 37 años, se encuentra en una situación precaria, y no es por la influencia de una «revolución» externa, sino por los problemas internos que han dejado al descubierto las costuras rotas desde la muerte del patriarca Álvaro Arzú en 2018.

El alcalde Ricardo Quiñónez se enfrenta a múltiples frentes abiertos que amenazan su posición. En primer lugar, ha despertado el descontento de los trabajadores municipales, quienes lo acusan de tomar decisiones arbitrarias y han mostrado un comportamiento insubordinado en varias instituciones, incluyendo la Empresa Municipal de Agua (Empagua), la Entidad Metropolitana Reguladora de Transporte (Emetra), la Policía Municipal de Tránsito (PMT) y la Empresa Municipal de Transporte (EMT). Además, su partido político decidió aliarse con Valor sin su consentimiento, lo que ha generado conflictos internos.

Sin embargo, el problema más grave al que se enfrenta Quiñónez es la pérdida de apoyo de los vecinos. Ha sido expulsado de dos zonas y ha perdido simpatizantes en lugares de importancia dentro del municipio. A diferencia de su antecesor, Álvaro Arzú, Quiñónez no goza de la misma simpatía ni fidelidad por parte de la población. Sus decisiones han despertado la desconfianza de los ciudadanos y han recordado constantemente su falta de liderazgo.

Durante las elecciones municipales de 2019, Quiñónez obtuvo la victoria con 167,021 votos, una diferencia de solo 14,968 sufragios con respecto a su rival, lo que representa la brecha más estrecha en los últimos años. En elecciones anteriores, el partido unionista había aventajado por amplios márgenes a sus competidores. La disminución de su ventaja refleja la pérdida de popularidad del partido y la inercia del recuerdo de Álvaro Arzú en la última elección.

Además, la cohesión entre los empleados municipales no es la misma que existía bajo el liderazgo de Álvaro Arzú. Quiñónez no es considerado un líder natural y muchos lo acusan de tener un carácter colérico y presuntuoso que solo disimula cuando las cámaras están presentes. Integrantes de la municipalidad, bajo condición de anonimato, afirman que Quiñónez era un hombre de confianza de Álvaro Arzú, pero no lo consideran su sucesor legítimo. Lo ven como un buen cuadro operativo, pero sin las cualidades de liderazgo necesarias.

Un hecho que generó aún más descontento entre los «arzuistas» fue el cambio en las condiciones de jubilación para aquellos que habían trabajado en la comuna desde 1975. Quiñónez modificó los parámetros bajo los cuales se retirarían, lo que llevó a la jubilación anticipada de varios empleados de larga trayectoria.

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