Los asesinatos, requisas y motines ocurridos en los reclusorios en las últimas semanas apuntan a una posible escalada de violencia asociada con las medidas que adopta el Sistema Penitenciario (SP) y el reacomodo de cabecillas que ejercen control.
El asesinato de dos privados de libertad en la cárcel de Puerto Barrios, Izabal, a manos de otros reos el pasado jueves 17, y la serie de requisas realizadas en diferentes centros de detención son, según expertos en seguridad ciudadana, síntomas de una posible intensificación de la violencia.
En menos de un mes se han registrado al menos tres motines en distintas cárceles. Además, el traslado de reos de alta peligrosidad a la cárcel de máxima seguridad Renovación I, la desarticulación de redes de extorsión, y otros ataques, tanto internos como externos, reflejan un reacomodo de las organizaciones criminales.
Eddy Morales, exdirector del SP, y Ricardo Flores, criminólogo y consultor en seguridad pública, coinciden en que podrían presentarse más focos de violencia, como el ocurrido el jueves pasado.
Las autoridades del SP informaron que mantienen una investigación interna sobre el hecho en Puerto Barrios. El director, Ludin Astolfo Godínez, señaló que se indaga cómo un grupo de reos trasladados obtuvo un arma de fuego para atacar a otros privados de libertad cuando estaban citados a un juzgado.
“Habrá más violencia”
Desde la perspectiva de Flores, no es normal que se hayan registrado tres motines en menos de un mes. Señala que el traslado o aislamiento de cabecillas de estructuras criminales genera vacíos que dan paso a nuevos liderazgos para ejercer control en los reclusorios.
A esto se suman las requisas y ataques recientes, que revelan una alta actividad y conflictos internos. “Hay mucho reacomodo porque hay cárceles que aún no tienen un liderazgo definido. Existen grupos pequeños que, en su momento, crecerán. Se espera más violencia, tanto interna como más corrupción”, apuntó.
Por su parte, Morales advirtió que existen muchas aristas y aconsejó a las autoridades dar continuidad a un programa estratégico de control penitenciario. Considera urgente clasificar a la población reclusa según su nivel de peligrosidad y trasladar a los cabecillas a Renovación I, un centro de mayor seguridad.
También urgió continuar con la depuración interna de la guardia penitenciaria, que podría estar vinculada a las mismas estructuras delictivas, permitiendo la continuidad de ilícitos.
“No sería de extrañar un amotinamiento colectivo, no solo en un centro, sino en varios al mismo tiempo”, advirtió.
Morales insistió en fortalecer las unidades encargadas de prevenir estos hechos: la Unidad de Análisis de Información Penitenciaria, responsable de inteligencia; la Inspectoría General, que debe ejecutar procesos administrativos y operativos; y la Subdirección de Operaciones.
“Lamentablemente, estas dependencias están en manos de antiguos guardias, no de profesionales penitenciaristas, y esa es una de las principales debilidades”, concluyó.